Las abejas, junto con otros agentes polinizantes, son esenciales para el correcto funcionamiento del ecosistema. Si estas especies están amenazadas por los efectos de las malas acciones por parte del hombre, todo el ecosistema está seriamente afectado. Las abejas, como otros polinizadores, son bioindicadores. Su desaparición representaría la invalidez de la vida en el planeta.
Las abejas obreras son la base de la colonia, a lo largo de su vida van alternando muchas tareas. Desde cuidar a las pequeñas, hacer de guardias de la colmena, constructoras y recolectoras de alimento, se dedican con empeño y generosidad al cuidado de su colmena y familias.
Son especialistas en explorar la tierra que rodea a la colmena en varios kilómetros. Cuando detectan alimentos, informan al resto de las obreras porque también accedan al sitio, valoran su calidad y comienzan una serie de danzas circulares que indican su ubicación. La abeja se coloca en la flor y busca el néctar, lo chupa, lo guarda en su interior y lo transporta al panal, lo combina con sustancias específicas propias antes de almacenarlo y dejarlo madurar en el panal. Extrae la humedad y cubre las celdas con cera para que se conserve mejor. Ahora ya tiene la miel que usará como alimento para el mantenimiento del calor de la colmena en la estación fría. Las abejas obreras también son responsables de recolectar polen para alimentar la cría de abejas y producir jalea real y propóleo.
La reina es la madre de toda la colonia, puede poner varios miles de huevos por día, dependiendo de las condiciones ambientales y de los alimentos. La reina sólo se alimenta a la jalea real.
El abejorro es el macho a cargo de la fertilización de la reina. Aunque hasta hace poco, se consideró inútil en la colonia, recientemente se ha descubierto que contribuye a la ventilación cuando las temperaturas son más altas.
La miel
La miel es un alimento sano, nutritivo y saludable. Su contribución energética es apreciable por el organismo. Además, se han descubierto más de 180 sustancias diferentes que pueden ayudar al bienestar del organismo.
Es el alimento dulce más antiguo consumido por los seres humanos.
La producen las abejas a partir del néctar de las flores, y es un alimento indispensable para la vida de estos insectos, junto con polen, propóleos y jalea real.
Sobre todo queremos destacar:
Vitaminas: presentes en pequeñas cantidades y cambiando de un tipo de miel a otro. La de Tomillo, por ejemplo, es la más rica en Vit C.
Ácidos orgánicos: el principal es ácido glucónico, acompañado por otros como butírico, acético, fórmico u oxálico. Todos ellos ayudan a nuestro metabolismo.
Enzimas: Diastasa, Investasa, Glucosa-Oxidasa… que ayudan a simplificar los azúcares para que sean más digeribles. También oxidan la glucosa, lo cual permite que la miel tenga un efecto antibiótico.
Se ha demostrado que los alimentos que tienen fructosa y glucosa juntos (como en la miel) ayudan cuando tenemos que hacer esfuerzos físicos y especialmente para recuperarse del ejercicio.
Además, a nivel gastronómico las mieles tienen una amplia gama de aromas, sabores y texturas que le permite dar juego en la mesa y en la cocina. El sabor y la apariencia varían según el origen floral.
La elaboración de la miel es una de las maravillas de la naturaleza. Cuidarla y conservar los hábitats de los animales y de las plantas es una responsabilidad que nos beneficia a todos.
Del néctar a la miel: un proceso laborioso y paciente
Las abejas melíferas viajan por cientos de flores en cada vuelo y chupan unas gotas de néctar en cada una. Lo absorben a través de la trompa y lo almacenan en su estómago de miel, donde se mezcla con las enzimas que descomponen los azúcares más grandes.
Cada vez que una abeja regresa a la colmena entrega a otras abejas la carga de néctar. Las abejas receptoras empiezan la llamada maniobra de ventilación. Consiste en dejar que unas pocas gotas de néctar resbalen por su lengua, dejándolas exponer a corrientes de aire de la colmena. De esta manera, el agua que contiene se evapora. Durante unos veinte minutos, miles de abejas obreras repiten esta operación, regurgitando y tragando el néctar al mismo tiempo que agregan más enzimas.
Después de este tiempo, el contenido de agua ha disminuido mucho y las gotas se han vuelto más viscosas y espesas. El néctar ya está listo para ser depositado en las celas del panal donde continuará perdiendo la humedad gracias a las abejas de ventilación que crean corrientes de aire entre el panal para obtener un grado óptimo de madurez. Esta fase se extiende durante tres o cuatro días, hasta que la humedad sea inferior al 18% y el néctar ya se haya transformado en miel.
Cada celda llena de miel está sellada con una capa delgada de cera, conocida como opérculo. La miel sellada se vuelve muy estable y se conserva en condiciones óptimas de consumo durante muchos años.
Seguidamente los apicultores inician el proceso de recolección y desoperculado.
El polen
El polen está considerado un superalimento por su alto valor nutricional.
Contiene:
- Hidratos de carbono
- Proteína: es un alimento muy rico en aminoácidos esenciales. Por lo tanto puede ser un gran complemento para deportistas o personas vegetarianas que busquen una aportación extra de aminoácidos.
- Vitaminas: es rico en vitaminas A, D, E, C, K, del grupo B y colina, un nutriente que ayuda al hígado a eliminar toxinas del organismo.
- Minerales: el polen es rico en una larga lista de minerales y oligoelementos.
- Enzimas: contiene enzimas esenciales para el organismo. Por esta razón el polen nos puede ayudar con las digestiones.
- Flavonoides: el polen es especialmente rico en betacarotenos, un tipo de pigmento natural que nos ayudan a proteger la piel. Además, son precursores de la vitamina A, necesaria en la salud celular, el mantenimiento de las mucosas, la piel, la visión y el funcionamiento normal del sistema inmune.
Cuatro efectos beneficiosos del polen para el organismo:
1. Vigorización y reconstitución.
Gracias a su alto contenido de nutrientes, el polen tiene la capacidad de actuar como un poderoso energizante que ayuda a mejorar la vitalidad. También es un gran regenerador de células y tejidos.
2. Regular las funciones digestivas.
El polen ayuda a regular la operación del sistema digestivo, tanto si hay estreñimiento o diarrea. Además, contiene enzimas que ayudan a digerir mejor los alimentos.
También ayuda a mantener la flora intestinal saludable y, por lo tanto, mejora el sistema inmunológico para proteger el organismo de los agentes externos.
3. Cuidar de la salud de la vista y de la piel.
El polen, gracias a los betacarotenos y su alto contenido en oligoelementos, como el zinc, puede ayudarnos a mejorar el estado de la piel y cuidarla. También para cuidar la visión evitando la aparición de enfermedades oculares.
4. Mejorar la salud prostática.
El polen es rico en zinc y vitamina E, dos nutrientes muy interesantes para la salud de la próstata.